Actualmente la/os pequeños productores
mexicanos viven una realidad comercial particularmente cruda, marcada por la
enorme desigualdad entre las fuerzas del mercado. Las reglas actuales del mal
llamado «libre mercado» hacen que pequeña/os productores mexicanos con
bajos niveles de productividad pero con altos niveles de calidad, sustentabilidad
social y ecológica tengan que competir en el mercado con productores y
comercializadores extranjeros y/o transnacionales con altos niveles de
productividad y bajos niveles de calidad, sustentabilidad social y ecológica.
Aunado a esto, en el actual contexto
comercial global, los precios de muchos productos que producen la/os pequeños
productores mexicanos han ido perdiendo la relación directa entre su valor
intrínseco, es decir, su costo integral de producción. Este sistema se ha justificado por la supuesta
autorregulación de la oferta en respuesta a la demanda. Este precepto de la
autorregulación no toma en cuenta el efecto distorsionador de la especulación,
ni el control del mercado por fuertes empresas de intermediación, ni el
carácter «inflexible» de la economía de la/os pequeños productores.
En la medida en que la/os pequeños productores
se vean obligados a participar en el mercado bajo estas reglas y realidades,
tienen que buscar formas diferentes de llevar sus productos a la/os
consumidores y obtener condiciones comerciales justas para sus productos.
Algunos optan por apostarle a la vía política
e incluso la político-militar (movimientos guerrilleros) para tratar de
encontrar una solución a sus problemas.
Muchos productores que han visto perder las
perspectivas para la sobrevivencia digna en sus regiones optan por la migración
para convertirse en mano de obra explotada en otras regiones del país o en los
Estados Unidos, con todas las consecuencias que de ahí se derivan.